Buenas, soy Emilio Calatayud. Los fiscales y jueces de Menores vemos a diario a padres e hijos que se quieren mucho, pero que no pueden convivir. Han estado durante meses peleándose y haciéndose daño y al final acaban en el juzgado. Y cuando llega el momento de separarse, porque encerramos al niño o lo enviamos a un piso de convivencia, se abrazan y lloran porque, en el fondo, se quieren. Pero tienen que empezar de cero: cada vez con más frecuencia, a la justicia le está tocando enseñar a los padres a ser padres y a los hijos a ser hijos. Es un proceso doloroso, pero inevitable.
Es difícil ser padre, pero también es difícil ser hijo.