Buenas, soy Emilio Calatayud. Decía Platón que mientras los sabios (o filósofos) no lleguen a gobernar o los gobernantes no sean sabios, no cesarán los males de la humanidad. Y, aunque ha llovido mucho desde entonces, todavía no lo hemos conseguido. A las pruebas me remito. Aunque cada vez me gusta menos hablar de política, no puedo evitar referirme a lo que está pasando en Granada: Esta tarde han dimitido el alcalde, el concejal que debía sustituirle porque fue el número dos en la lista y la responsable de Urbanismo. Según han dicho ellos mismos, y a pesar de ser del mismo partido, los unos han pedido las cabezas de los otros, lo que demuestra que en política los enemigos de verdad siempre están en casa. Los de los otros partidos son sólo contrincantes, pero los enemigos, enemigos, son los teóricos compañeros de filas. Es el mundo al revés.
Y para explicar estas crisis -que afectan a todos, también a los nuevos, caso de Podemos- viene muy bien el chiste del monaguillo que estaba muy contento porque había muerto el Papa: «Que corra el escalafón».