Buenas, soy Emilio Calatayud y aquí estamos ya tocando las vacaciones. Se relaja uno y le vienen a la mente sucesos curiosos que no se se sabe bien si producen risa o pena, o ambas cosas a la vez. A lo largo de mi vida profesional, y al resto de jueces y fiscales de Menores (y de mayores) seguro que les ha ocurrido lo mismo, te encuentras con un un montón de chavales que son chorizos porque son unos gandules, porque quieren vivir su trabajar. Pero luego resulta que se toman un trabajo de padre y muy señor mío para robar. Recuerdo unos que estuvieron varias horas haciendo un ‘bujero’ -así lo llamaban ellos- para robar material que había en una nave. Creo que fue en verano y en verano hace un calor en Granada que no veas, pues cuando acabaron de perforar el ‘bujero’, todo sudorosos, se dieron cuenta de que el botín que querían llevarse -que eran herramientas, ¡manda huevos!- no les cabía. Y encima los cogió la Guardia Civil.
Otra vez juzgamos a otros dos que fueron detenidos cuando llevaban un sofá robado en un ciclomotor, con lo que debe de costar colocar un paquete así… ¡Hay que ver lo que hay que trabajar para no trabajar!
En otra ocasión, una chavala hizo unas pintadas en algún edificio oficial y, además del castigo que le pusimos nosotros, su padre le dijo que iba a pintar la casa. Y la chica se ‘rayó’ porque dijo que eso era ‘cansao’ y aburrido. ¿Ustedes lo entienden? Pues yo lo mismo.