Buenas, soy Emilio Calatayud. No os descubro nada si os digo que los hijos tienen teléfonos móviles para cualquier cosa menos para hablar a través de ellos, que, en un principio, era para lo que servían. Bueno, para ser concretos, para lo que nunca los usan es para contestar a los padres. Llamas y llamas, y siempre está ocupado o fuera de cobertura o lo que sea. Pero si es al revés, como me contó el otro día una amiga, son capaces de telefonearte 200 veces o las que haga falta. Y lo mejor es que suele ser para una ‘chuminá’. Un consejo: haceros de rogar y no les cojáis aunque sólo sea una vez. Que sientan la desesperación que sentimos nosotros. A ver si aprenden.