Buenas, soy Emilio Calatayud. Antes de nada, debemos felicitaros por la cantidad de aportaciones que habéis hecho en el ‘Feisbú’ al decálogo para formar a un delincuente veraniego. Enhorabuena. Nos sentimos incapaces de decir cuál es la mejor -quizá esa que reivindica el derecho de los niños a aburrirse, aunque sea un poco, en vacaciones-, pero os pedimos que las compartáis para que otros las conozcan y siga creciendo la lista.
Y ahora otro concursete veraniego. Estaba pensando en cómo hacíamos antes de que existieran los móviles para no perder a la familia en el hipermercado, ¡y no me acuerdo! Me refiero a ese momento en que un miembro de la familia va a por el arroz, otro a por el agua, el tercero a por las cervezas y el cuarto a por 200 gramos de jamón cocido. Ahora, lo normal es tirar de móvil para volver a reunir a la familia, pero antes ¿qué hacíamos? Lo digo en serio. Y una cosa, para que luego no digan que me quejo de los móviles, reconozco que es una herramienta muy útil para no perder a la familia en la vorágine de las compras. Un saludo.