Buenas, soy Emilio Calatayud. A propósito de esto de los nombres raros, un amigo me ha contado la siguiente historia real. Una pareja se presenta en el Registro y dicen que van a llamar Lucifer a su hijo y, claro, el funcionario se asusta.
«¡¿Pero cómo le van a poner Lucifer?!»
«Porque es un santo»
Y es verdad, Lucifer fue un santo romano, me parece.
«Ya, pero es que Lucifer también es como se conoce al demonio».
«Pues Lucifer significa ‘el que trae la luz'»
«Ya, pero también es el demonio».
Total, que la pareja y el empleado se quedaron callados sin saber qué hacer ni qué decir.
«Yo me llamo Miguel, ¿no les gusta», preguntó el empleado para romper el embarazoso silencio.
«Pues sí».
Y el niño se llamó Miguel. Un final feliz.