Buenas, soy Emilio Calatayud. En los últimos comentarios del blog he tratado temas amargos, pero es que la vida no es perfecta. La amargura forma parte de ella, pero también la alegría. Así que hoy quiero dar un mensaje de esperanza. La mayoría de los niños y los adolescentes son buena gente: solidarios, aplicados, obedientes, educados y, de cuando en cuando, gamberros, porque también tienen que equivocarse. Así que tranquilos, padres, lo más normal es que vuestros hijos sean ‘aburridamente’ normales, y valga la redundancia.
Pero es que, además, los que meten la pata bien metida y tenemos que encerrarlos en centros de internamiento, también salen adelante como escasas excepciones. En la mayor parte de los casos se hacen adultos perfectamente socializados. El principal indicio de que ha entrado en el camino de la reinserción te lo dan cuando les preguntas: «¿Estas listo para que te soltemos?» y el chaval responde: «Voy bien, pero todavía no deben dejarme libre?». Y después te da las gracias por mantenerlo encerrado. Hay futuro, claro que sí.