Buenas, soy Emilio Calatayud. Una madre discute con su hijo, que, dicho sea de paso, es bastante travieso por decirlo suavemente. La mamá le repasa la lista de incumplimientos: «¡No estudias! ¡No vas a clase, que te crees que no lo sé pero me entero de ‘to’! ¡Entras en los bares! ¡Y seguro que fumas porros!». Y el niño, como quien oye llover. La madre vuelve otra vez a la carga con otra de batería de argumentos y el chaval reacciona al fin: «No me chilles más, maaama».
Respuesta de la ‘mae’: «¡HIjo, te chillo por la ‘potencia’ que siento al ver lo vago que eres!».
La mujer, quería decir ‘impotencia’, pero, en este caso -real como la vida misma- la errata es mucho mejor que la expresión correcta. ¿Quién no ha sentido alguna vez ‘potencia’ ante un hijo descarriado? Lo que pasa es que nos la aguantamos.