Buenas, soy Emilio Calatayud. Lo que voy a contar a continuación está especialmente dedicado a todos los que acaban de ser papás y mamás. Gracias por traer niños a este mundo -y gracias también porque así los jueces de Menores tendremos trabajo en el futuro, ja, ja, ja-. Vamos a allá: niños pequeños, problemas pequeños, niños grandes, problemas grandes; te quitas de problemas cuando te mueres.
Primero os preocuparéis por si se engancha al pecho de la madre o no: ‘Que si me coge, que si no me coge’. Todo el día con la duda. Y por la noche, más dudas: ¿Respirará o no respirará? ¿Por qué llorará o por qué no llorará? No vives. Y cuando empieza a andar, más problemas: que si lo atamos con ‘correíllas’, que si no. Luego, la guardería: todos los mocos se los llevará vuestro crío y está siempre malo. Cada dos por tres, un viaje a urgencias: Urbasón, Apiretal, Dalsy… y vuelta a empezar.
Cuando el niño cumple seis o siete años lo normal es que algún día llegue a casa descalabrado o con la piernecilla rota. Y luego cumple catorce y comenzará a daros la lata con la moto: que si cómprame la moto, que si todos tienen moto… Y cederéis. Y, claro, nuevos problemas: ¿Llevará casco o no llevará? Y a los 18: ya no quiero la moto, ahora quiero el coche. Dame para sacarme el carné… Y vosotros ¿Le damos para el carné o no le damos?; ¿le dejamos el coche o no se lo dejamos?; ¿con quién irá?; ¿dónde andará?; ¿cómo vendrá?’. Después, que si la novia o el novio, que si se casa o no se casa, que si será feliz o no, que si se divorciará o no, que si el trabajo, Y un buen día, os traerán a los nietos para que los cuidéis, y otra vez a empezar… Ya digo, descansaréis cuando muráis. Eso si, los hijos dan muchas satisfacciones. Eso dicen…