Buenas, soy Emilio Calatayud. Como son muchas más las cosas que no sé que las que sé, el otro día me enteré, gracias a unas madres -si no fueran por ellas, aún sabría menos- de que los niños de catorce años no pueden entrar en los gimnasios o en algunas museos -incluidos aquellos que, en principio, se diría que están pensados especialmente para los niños-. La verdad es que no lo entiendo. Y luego nos extrañamos de que estén todo el salto día con el móvil. Si la sociedad no les deja hacer deporte ni ‘culturizarse’, algo tendrán que hacer las criaturas.
Para colmo, no hay ningún tipo de filtro para que un niño de catorce años vaya de botellón. Y aunque está prohibido, la sociedad no pone barreras de verdad para que no compren alcohol o tabaco. Eso lo vemos a diario. Deberíamos hacérnoslo mirar, porque estamos volviendo locos a nuestros hijos: toleramos que hagan lo que les decimos que está mal y no les permitimos hacer lo que les decimos que está bien. En fin…