Hola, soy Carlos Morán, el compañero de blog de don Emilio. Afortunadamente, la mayoría de los jóvenes no son como el protagonista del anterior comentario del juez, ese mozo de 25 años que llevaba una década sin pegar un palo al agua, pero viviendo a costa de su familia. Aquí os dejo una conmovedora sentencia de don Emilio que demuestra que nuestros niños son buena gente. Don Emilio iba a juzgar a una adolescente acusada de un robo. O quizá era un hurto. En cualquier caso, nada especialmente escandaloso ni alarmante. Ya en la sala de vistas, el magistrado supo que la chiquilla se pasaba la mayor parte del día cuidando de su padre, que padecía una enfermedad muy grave y debía someterse con frecuencia a tratamientos que requerían su ingreso temporal en un centro hospitalario. La hija siempre estaba a su vera. Entonces, el juez le puso una medida de trabajo en beneficio de la comunidad que consistía en que continuara haciendo lo que estaba haciendo, o sea, atender a su padre. Era lo mejor para el enfermo, para su hija y para la sociedad. Don Emilio fue justo.