Buenas, soy Emilio Calatayud. Ha venido a verme Manuel Mingorance, sacerdote en uno de los barrios de Granada más castigados por la crisis y la droga, médico de urgencias, presidente de Proyecto Hombre aquí en Granada y ‘entrenador emocional’, entre otras cosas, porque es que no para. Conversar con él siempre es un placer porque siempre aprendes algo. A él, como a mí, no le gusta dar consejos, duda de su eficacia. Pero es un observador nato y eso le autoriza para llamar la atención sobre determinados aspectos. Por ejemplo, dice Manuel que está viendo que hay padres que sobreprotegen demasiado, valga la reiteración, a sus hijos. Él, que es experto en el tratamiento de drogodependientes, afirma que hay chavales ‘adictos’ a los padres, que son incapaces de hacer nada por sí solos. «Tienen la misma dependencia de sus padres que el que es adicto a los porros», asegura.
«Y eso no es bueno», concluye Manuel. Y lleva razón. Cuidemos de nuestros hijos, pero sin pasarnos, que luego no saben hacer nada. Hay padres que rellenan a sus hijos el formulario de matriculación para la Universidad: ¡Por favor! A esas cosas se refería Manuel.