Buenas, soy Emilio Calatayud. Ha querido la casualidad que, en las últimas semanas, han sido noticia, por nada bueno, jóvenes que, siendo niños o adolescentes, pasaron por mi juzgado. Son mis fracasos: la sociedad les dio una nueva oportunidad y la desaprovecharon con avaricia. Acabaron cometiendo delitos todavía más graves que por los que les condené yo. A propósito de esto, Carlos Morán me pregunta que si no he sentido miedo alguna vez haciendo mi trabajo. Lo pienso y no, nunca he sentido miedo. Igual soy un inconsciente pero eso es lo único que no he sentido en el trabajo: miedo. He tenido y tengo alegrías, penas, decepciones, enfados, momentos muy divertidos y otros muy amargos… Pero miedo no. Y eso que he juzgado a algunos que eran malos ‘pa jartarse’. Más de uno me ha insultado, eso sí, y una vez uno quiso atacarme, pero no pasó nada. Y que conste que con esto no quiero decir que sea un valiente, porque no lo soy. Miedo, miedo, me daba la zapatilla de mi madre, eso sí…