Buenas, soy Emilio Calatayud. Aquí os dejamos el relato ganador del concurso de narraciones navideñas que organizan los centros de internamiento de menores infractores de Oria y Purchena (Almería) para que los chavales que están cumpliendo alguna medida allí desarrollen sus habilidades literarias. El cuento encierra una enseñanza muy cierta: el mejor regalo de Reyes o de Navidad es que los padres estén con sus hijos en Reyes o en Navidad. Estad con vuestros hijos el día de Reyes y en Navidad, y haced todo lo posible para que el resto del año no os echen de menos. Hay que trabajar, es verdad, pero eso no debe ser una excusa para no estar con nuestros hijos.
Aquí va el relato:
«Alejandro era un niño de ocho años, había nacido en una familia humilde. Tenía un hermano de cinco años que se llamaba José, al que quería con locura.
Sus padres, todas las mañanas, se iban muy temprano a trabajar. Alejandro siempre estaba muy triste porque no pasaba tiempo con ellos y trabajaban demasiado.
Faltaban apenas unos días para la Navidad y Alejandro soñaba con poder visitar el árbol gigante que habían puesto en la plaza del pueblo. Pero una vez más pasaba lo de siempre, sus padres salían de trabajar tan tarde que no podían acompañarlos y la abuela, que era la que se encargaba de ellos, estaba enferma.
Todas las noches, Alejandro se acostaba llorando por no tener a sus padres en casa. Los padres, al ver que Alejandro estaba tan triste, le explicaban las necesidades que tenían para tener que trabajar tanto. Llegó el día de Nochebuena, Alejandro se levantó temprano, cogió a su hermano y fueron solos a ver el gran árbol de Navidad. Era precioso, estaban pasmados frente a él.
Detrás del árbol apareció un Papá Noel tan gigante como el árbol. Los niños se asustaron bastante y el Papá Noel los tranquilizó dándoles un gran beso y unos cuantos caramelos, y les dijo que pensaran en un deseo por ser Navidad. Alejandro, sin dudarlo ni un sólo segundo, le dijo que lo único que quería era pasar la Navidad en casa con sus padres. El Papá Noel le dijo que cerrara los ojos y que lo deseara con todas sus fuerzas, y que creyera en la magia de la Navidad. Alejandro y José se fueron a casa muy contentos, pensando que podría ser verdad lo que aquel Papá Noel les dijo. Cuando llegaron a la casa, Alejandro se encontró con una gran sorpresa: ¡Sus padres estaban en casa! Tenían que volver a sus trabajos una vez pasada la Navidad».