Buenas, soy Emilio Calatayud. Me había prometido a mí mismo no hablar más de la ‘condena’ del corte de pelo, pero las promesas están para saltárselas. Sobre todo, cuando es por una buena razón. Una mujer, que se llama María Victoria y vive en un pueblo de Granada que se llama Zújar, me ha dejado en ‘el Internet’ el siguiente mensaje: «Soy peluquera, y en poquitos días yo estaré sin pelo debido a mi quimio. Me ofrezco a arreglarle su cabello, si al muchacho no se le da muy bien…
Lo conozco a usted en persona , de una conferencia que dio usted en Zújar, organizada por la asociación de padres y la escuela de padres.
Creame, con su mata de pelo, no estará favorecido si se rapa».
Sólo puedo decir que admiro a María Victoria y a todas las mujeres que, como ella, luchan contra el cáncer. Y, por supuesto, puede cortarme el pelo cuando ella quiera. De hecho, sería un orgullo para mí ponerme a sus órdenes. Gracias de nuevo. De corazón.