Buenas, soy Emilio Calatayud. Hoy es el Día Mundial contra el Cáncer, una enfermedad que he conocido como cuidador y conozco como paciente. Mi mujer, Azucena, falleció tras luchar contra un tumor que le detectaron en un pulmón. Fue una experiencia tremendamente dolorosa, pero también aleccionadora. Después fui yo el que enfermé: gracias a un reconocimiento rutinario, me descubrieron un cáncer en la próstata. Todavía estoy en tratamiento, pero, gracias a Dios, parece que todo va bien.
Desde aquí mando un abrazo a todos los enfermos de cáncer y a sus familias. Me acuerdo especialmente de los que ya no están y de mis compañeras funcionarias de los juzgados que también están tratándose para superar la enfermedad. Y me acuerdo también de la amiga María Victoria, peluquera del pueblo granadino de Zújar, que ya debe haber empezado las sesiones de quimio y que me ha prometido que me repasará el pelo si el chaval al que he condenado a cortármelo me hace trasquilones. La vida sigue.