Buenas, soy Emilio Calatayud. Mis opiniones son cuestionables y mis sentencias, apelables. Con esto quiero decir que, en muchos asuntos, estoy muy lejos de tener razón. No puede ser y tampoco lo pretendo. Por eso agradezco tanto los elogios como las críticas. Y lo que más agradezco son los elogios con crítica. Por ejemplo, el maestro Pablo Pineda me dijo en una ocasión que yo era un «borde con corazón». Y esa descripción me llegó al corazón, valga la redundancia.
Ahora he recibido una carta de un militar retirado, legionario para más señas, que acaba así su escrito: «Don Emilio, usted no necesita puñetas -las puntillas que llevamos los secretarios, jueces y fiscales en las mangas de las togas- porque ya es muy puñetero. Siga así». Y me ha gustado, ja, ja, ja.