Buenas, soy Emilio Calatayud. Antiguamente, casi en la prehistoria, los hijos que trabajaban pero seguían viviendo en la casa familiar, entregaban a los padres el ‘sobre’ -es literal, porque no había nóminas- con los billetes del sueldo. Luego, los padres daban al hijo una asignación para sus gastos y se quedaban con una pequeña parte para sostener el hogar. El resto lo guardaban a buen recaudo, y cuando el niño se independizaba, se lo entregaban al chaval. O sea, que la economía colaborativa ya estaba inventada. No es de ahora. No digo yo que haya que recuperar aquellas formas y costumbres -entre otras cosas, porque ya no hay sobres ni dinero contante y sonante-, pero tampoco me parece bien lo que tenemos hoy en día: «Papá y mamá, este es el trato, vosotros me dais techo y comida, pero los mil euros que gano al mes son para mí». Y así hasta que el chico cumpla los cuarenta.