Buenas, soy Emilio Calatayud. Que una niña de 13 años apuñale a un compañero de clase -que, afortunadamente, parece que está fuera de peligro- es un fracaso de todos, empezando por la familia de la agresora. Estos casos, que son muy excepcionales, deben servirnos para reflexionar sobre lo que se ha hecho mal. Y esto no se arregla bajando la edad penal, que ahora está en los catorce años, a los trece o a los doce.
Ya hay casos de acoso escolar entre niños de siete u ocho años, ¿significa eso que deberíamos sentar en el banquillo de los acusados a chiquillos de esas edades? ¿Estamos dispuestos a adoptar esa medida? ¿Dónde ponemos el límite? ¿En los cinco años? Conmigo que no cuenten para juzgar a niños de cinco, siete u ocho años.
Hay que prevenir, y eso se consigue con educación y dedicación, apretando a las familias, apretando a los propios niños, apretando a los colegios…