Buenas, soy Emilio. Hemos hablado de la fiestas de Comunión y de graduación, ambas tan típicas de estos días, pero ahí no se acaba el repertorio de celebraciones. Mañana me han convocado a una ‘fiesta fin de hipoteca’, que, como su propio nombre indica, es para festejar que una amiga ha logrado pagar la suya tras 20 años de cuotas. Se ha visto tan liberada y feliz que ha organizado una fiesta para unos veinte o treinta amigos. No va a tirar la casa por la ventana, con lo que le ha costado tenerla en propiedad no puede permitírselo, pero invertirá el equivalente a un par de cuotas. O sea, que no se le ha ido la pinza.
Además, y dado que los convidados ya tenemos una cierta edad -han pasado dos décadas desde que empezó a pagar el pisito-, la organizadora tendrá la precaución de poner una bandeja con protectores estomacales e ibuprofenos para paliar los efectos secundarios del fiestón.
Vamos, que no faltará de nada. No es para menos, mi amiga ha conseguido pagar su vivienda sin quebrar ella y sin que haya quebrado el banco. Y eso merece ser celebrado.