Buenas, soy Emilio Calatayud. Como estoy de vacaciones, tengo más tiempo para dedicarlo a recordar, que es algo que me gusta mucho. Mis conferencias y mis libros son recuerdos. No más, pero tampoco menos. El caso es que me ha venido a la cabeza un chaval que estaba a punto de cumplir los 18 años y seguía cometiendo delitos. Es decir, que tenía todos los boletos del sorteo para acabar en la cárcel. Total, que el chico vino y me dijo: «Don Emilio, condéneme a leer y escribir, porque si aprendo a leer y escribir tendré abierta la puerta de la libertad aunque me metan preso».
Como tenía razón, le condené a leer y escribir…, a ser libre.