Buenas, soy Emilio Calatayud. Voy a hablar de prioridades. Cuando se dan noticias sobre la marihuana, popularmente conocida como ‘maría’, suele decirse que su cultivo doméstico, que en Granada es una verdadera epidemia, causa pérdidas a tal o cual empresa eléctrica. Vale, eso está mal y hay que perseguirlo, pero no es lo peor del cannabis. Lo verdaderamente malo es los daños que causa a los menores que la consumen. Yo veo casi todos los días chavales ‘volaos’ por culpa de la ‘maría’, chicos que, por ejemplo, dicen que les aten a la cama para dormir porque levitan. Otros dicen que hablan con Dios o que oyen voces. Lo sé porque he estado con ellos. No es gracioso. Puede ser el principio de una enfermedad mental grave.
Hay quien dice que demonizamos la ‘maría’ y es verdad. Pero eso no quiere decir que no distingamos entre su uso terapéutico y el consumo recreativo entre menores (los mayores pueden hacer lo que quieran). Sabemos que determinados componentes de la ‘maría’ pueden ayudar a los enfermos de cáncer -una enfermedad que conozco bien: mi mujer murió de cáncer y yo tengo cáncer-. Y eso debe regularse como Dios manda. Pero lo otro, que los niños y adolescentes fumen ‘maría’ no tiene nada que ver con eso. Que un niño fume ‘maría’ es tan peligroso como jugar a la ruleta rusa.