Buenas, soy Emilio Calatayud. He visto las imágenes del exconsejero catalán Santi Vila saliendo de la prisión de Estremera y tenía el rostro desencajado. «Es una situación desoladora, terrible», ha dicho. Y de inmediato me ha venido a la cabeza una descripción que siempre comentó en mis charlas. Cuando en un centro de internamiento de menores llega la noche, se cierran las celdas y los chavales se quedan solos con su intimidad, solo se oyen llantos de niños. No se escuchan gritos de delincuentes, solo a niños llorando.
Y el exconsejero sólo ha estado en prisión una noche.