Buenas, soy Emilio Calatayud. Arden los grupos de ‘guasap’ de los padres de alumnos (ya hablaremos otro día de los peligros de estos grupos, porque hoy no toca). Se acerca la función de Navidad del cole y «¡todavía no tengo el traje de pastorcillo del niño, socorro!». O la corona de Melchor. O las alas de ángel. O la barba de San José. O lo que es aún más problemático: «¡Auxilio, a mi hijo le ha tocado ser Baltasar y quiere ir vestido de Spiderman!». Unos se buscan la vida en los ‘chinos’, otros, los más artistas, se lo curran ellos mismos. Y todos tienen algo en común: no tienen tiempo, valga la redundancia. Los días son demasiado cortos. Y los niños cantando todo el rato para que no se les olvide la letra del villancico que les ha tocado en suerte. «¡Belén, campanas de Belén…» Y los padres: «Estamos de los nervios, no llegamos, no llegamos… Nos falta el gorro de pajecillo y no lo encuentro en ningún sitio». Bendita locura. Disfrutad que esto pasa pronto. Aunque os parezca mentira, los padres que ya pasamos por esto sentimos nostalgia (también nos da un poco de risa, no lo negamos, ja, ja, ja,).
¡Ánimo, papás! ¡Viva la Navidad!