Buenas, soy Emilio Calatayud. A veces es bueno echar la vista atrás. Cuando entré en la justicia de Menores no había prácticamente nada: ni profesionales, ni equipos… Por no haber, no había ni ley del Menor. Muchos de los chavales que nos llegaban eran adictos a la heroína en vena y el índice de fracaso era del 90%. O se morían o su vida se convertía en un constante peregrinaje de cárcel en cárcel. Todavía me queda algún amigo de aquella época: se han pasado más tiempo entre rejas que en la calle.
Pues bien, ahora el 80% de los chavales que pasan por la justicia de Menores sale adelante. Es la parte positiva. La negativa es pensar en las vidas que podríamos haber salvado cuando empezamos si hubiésemos tenido los medios que tenemos ahora.