No es habitual, pero recientemente los padres de un par de ‘ninis’ ‘participaron’ en la vista en la que se juzgaba a sus hijos por un robo de poca monta. Aunque los chavales era mayores de 16 años, es decir, que ya no estaban obligados a volver clase, sus progenitores pidieron a la justicia que forzase a sus hijos a retomar los estudios que abandonaron para ejercer de ‘ninis’. Ocurrió más o menos así. «¿Puedo hablar , señor juez?», pregunto un padre a don Emilio.
–»¿Y usted es?», preguntó a su vez el togado.
–»El padre de uno de los niños», respondió el ‘espontáneo’.
–»Pues diga lo que tenga que decir», animó Calatayud.
–»Pues quería saber si no puede usted mandarles que vuelvan a la escuela», inquirió el padre.
Y el juez contestó afirmativamente. «Sí puedo. Y puedo porque la ley lo permite y responde al interés superior del menor. Y también porque ustedes lo han pedido», detalló el jurista. De inmediato, y con la aquiescencia de la Fiscalía de Menores y las defensas, los cuatro meses de libertad vigilada ya pactados pasaron a ser seis, medio año que deberán emplear en estudiar con aprovechamiento.
Fueron los propios chavales los que se definieron como ‘ninis’, aunque lo más probable es que su intención no fuera esa. Fue una ‘autoinculpación’ indirecta. En un momento dado, el juez preguntó a los ocupantes del banquillo que a qué se dedicaban y ambos dieron la misma respuesta: «A ‘na'», resumieron con parquedad adolescente su modo de vida.
–»¿No estudiáis?», insistió el magistrado.
–»No», respondieron ellos.
–»¿Y tampoco trabajáis?», prosiguió el juez con el interrogatorio.
–»No».
–»¿Qué sabéis hacer?»
–»Na»».
–»Pues se va a acabar esto de no hacer «na»», concluyó Calatayud.
Y los padres asintieron complacidos.