Buenas, soy Emilio Calatayud. En verano, y durante un mes, me toca ejercer de juez de Vigilancia Penitenciaria -compatibilizo es cargo con mi juzgado de Menores- para que el titular de la plaza, mi buen amigo Pedro Joya, pueda cogerse las vacaciones. Llevo haciéndolo durante años y es una experiencia muy interesante. Un juez de Vigilancia Penitenciaria concede o revoca libertades condicionales a los presos adultos, resuelve sus recursos, autoriza salidas del presidio, atienden quejas… Es verdad que se cuenta con los informes de la junta de tratamiento a la hora de dar un permiso o una libertad condicional, no es como tirarse al vacío sin red. Yo, además, lo consulto todo con Pedro Joya, que es el que más sabe. Pero, claro, dejas salir a un preso y, hombre, la duda sobre si volverá siempre está ahí… A mí no se me ha escapado ninguno (no tiene mérito, estoy poco tiempo). Al contrario. Una vez le di un permiso a uno para que participase en un concurso flamenco y lo ganó. Salimos ganando todos: él, en primer lugar, luego la justicia, el sistema penitenciario y el arte jondo.