Buenas, soy Emilio Calatayud. Ser ‘profe’ de los primeros cursos de ESO no es fácil. El alumnado suele estar en plena edad del pavo y eso significa un ‘no parar’. Los estudiantes no se pueden estar quietos ni callados. Es como si estuvieran sentados sobre una hoguera. Pero lo mejor para saber de qué hablamos es que sean los propios ‘profes’ y ‘profas’ los que describan su día a día. «Seño, menganito me está copiando». «Seño, ¿puedo ir al baño?». «Seño, menganita me ha dicho tontopollas». «Profe, fulanito dice que me va tocar una teta». «Profe, ¿quién es Puigdemont?». «Profe, menganita me ha pegado un chicle en el pelo». «Seño, fulanita tiene la regla». «Seño, me han quitado el respaldo de la silla». «Profe, me han robado las zapatillas», etc. (todas estas reclamaciones y preguntas son reales). Lo malo de todas estas frases es que suelen pronunciarse todas a la vez.
Es entonces cuando los profes recurren al salvavidas: «Niños, os pongo una película y a comentarla».