Buenas, soy Emilio Calatayud. Al final, la vida siempre se abre camino. Un niña a la que condené ha venido a verme al juzgado. Pero no ha venido sola. Venía con su hija recién nacida y me ha dejado cogerla en brazos y todo, ja, ja, ja. Ya se me había olvidado lo que se sentía.
Gracias a Dios, la vida siempre se abre camino.