«Vamos a encerrar a su hijo, ¿quieren despedirse de él» «No, llévenselo ya»

 

Efe

Buenas, soy Emilio Calatayud. En la justicia de Menores ocurre con cierta frecuencia que un niño entra en ellos siendo una persona libre y sale camino del centro de internamiento. Ni que decir tiene que es un momento especialmente complicado. Es la hora de la verdad. Es cuando el menor se da de bruces con la realidad: adiós, o hasta luego, a todo lo conocido para irse a un correccional, con todo lo que eso significa. Es normal que tanto los padres como los niños lloren… porque son niños, no lo olvidemos. Los chavales entran muy altivos, pero suelen derrumbarse. El caso es que la Policía siempre ofrece a las familias unos minutos para la despedida. Muchas aceptan el ofrecimiento, pero otras no. «Vamos a encerrar a su hijo, ¿quieren despedirse de él» «No, llevénselo ya».  Imaginad cómo estaría esa relación para llegar a ese punto. Pues hay casos así.

Pero esos niños que han tensado la cuerda hasta el extremo de que sus padres no quieran despedirse de ellos, también lloran. Cuando se quedan solos, lloran. A la justicia de menores le toca coser esas rupturas. Y la buena noticia es que, en la mayoría de los casos, se logra.

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