«Mamá, ¿me puedo saltar la misa de mi comunión?, es que me da ‘palo’ ir»

 

 

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Buenas, soy Emilio Calatayud. Ya se que había prometido que, hasta el año que viene,  no iba a escribir más sobre las comuniones. Pero, bueno, las promesas están para saltárselas. Sobre todo si hay un buen motivo. Repasando los comentarios que tenéis la amabilidad de hacer en el Facebook -Carlos y yo intentamos leer todos los que podemos, pero, a veces, nos es imposible- descubrimos uno que, según su autora, había escuchado en la calle y que, más o menos, decía así: «Mamá, ¿me puedo saltar la misa del día de mi comunión?, es que me da ‘palo’ ir». La verdad es que se nos escapó una carcajada al leerlo. Pero, vamos, que el comulgante tonto no era: quería ir directamente a la fiesta. Y tiene su lógica, porque ya nos hemos encargado los adultos de que la fiesta sea más importante que la propia comunión. Es que no hay color.

No nos asombremos, los mayores solemos hacer lo mismo. Nadie fuma, pero vas a la misa de una comunión, un bautizo o un entierro y el 90% de los asistentes está en al calle echando un pitillo. Incluso los más impacientes ya están en el bar. Luego que no nos extrañe que los niños quieran saltarse la misa de su propia comunión.

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