Buenas, soy Emilio Calatayud. Este año, y por iniciativa de mi compañera Reyes Martel, juez de Menores en Canarias y una persona muy implicada con su trabajo, hemos mandado a chavales condenados de toda España a hacer una parte del Camino de Santiago. En representación de Granada, fueron tres chicos que estaban encerrados en el centro de Internamiento de San Miguel, aquí en la capital granadina, por diversos delitos. Uno de ellos era musulmán, pero no puso ninguna pega. Como tampoco la ponen cuando se les propone que canten villancicos en Navidad. Tienen la mente abierta a otras culturas, porque la religión, además de las creencias, es una parte muy importante de la cultura. A veces, somos nosotros más cerrados que ellos y renegamos de nuestra cultura religiosa más que los que vienen de fuera a conocerla, que son muchos.
De hecho, siempre hay ateos que critican este tipo de iniciativas porque entienden que no tienen razón de ser en un estado aconfesional, que no laico, pero todo se andará. Yo siempre digo lo mismo: Es mejor ‘condenar’ a un niño a hacer el Camino de Santiago que a irse de botellón o a hacer la ruta del bakalao ¿o no? Y, por supuesto, la participación es voluntaria. Pues los chicos de otras culturas y religiones no solo no se niegan a participar, sino que piden repetir. A los míos les mandé hacer una redacción con sus vivencias y la remataron así: «Al ir llegando, la gente empieza a gritar y a animar a los demás, allí estaba yo, con Mohamed y Luis (los nombres son ficticios), con la bandera de Andalucía y dando saltos de alegría porque llegamos a Santiago».