Buenas, soy Emilio Calatayud. Hace poco, un niño al que había condenado por un delito grave me comentó en la misma sala de vistas que había leído ‘Mis sentencias ejemplares’ y le pregunté: «¿Qué te ha parecido?». Y él me respondió: «Bien, pero algunas de sus sentencias son extravagantes». Me llamó la atención agradablemente su educación y que utilizase el término ‘extravagante’. Me gustó que usase esa palabra, la verdad. Y me sentí muy agradecido por tener lectores tan inteligentes y tan críticos. Así que toqué la campanilla -los jueces españoles no tenemos maza como los americanos- para hacer un pequeño receso y fui a mi despacho a por un ejemplar de ‘Buenas, soy Emilio Calatayud…’, el libro que hicimos Carlos y yo tras ‘Mis sentencias ejemplares’ y que el chaval no había leído. Se lo regalé firmado.
Fui extravagante y me encantó.