Buenas, soy Emilio Calatayud. Paseo por Granada y observó a una señora que tira de su hija pequeña mientras discuten. La niña, unos ocho años, gimotea y pregunta con insistencia a su madre: «¿Por qué mamá? ¿Por qué no puedo?». En ningún momento me llegó a enterar de cuál es el motivo de la disputa. La madre resopla e intenta calmar a su hija con explicaciones que no consigo escuchar. La niña sigue sin estar convencida. Entonces, la madre suelta la frase mágica: «Hija mía, cuando seas madre, me entenderás». Esta vez la niña no replica.
La madre lleva razón. No hace falta explicarlo todo. Damos demasiadas explicaciones a nuestros hijos.
Hace poco, en Sierra Nevada, un grupo de turistas lanzaba pregunta tras pregunta a un paisano. Que si este camino a dónde lleva, que si cuando se hace de noche, que si… Y el hombre respondió: «Vamos a ver, que no hace falta saberlo ‘to'».
Pues eso.