Buenas, soy Emilio Calatayud. Hace más de diez años, y gracias a la colaboración de la Cruz Roja de Granada, ‘condenamos’ a varios niños con delitos leves a ayudar a las personas que llegaban en pateras al Puerto de Motril. Porque lo de las pateras nos de ahora: viene ocurriendo desde hace demasiado tiempo. Aquellos voluntarios obligados, valga la contradicción, vieron desembarcar a niños como ellos. Es lo que pretendíamos con aquellas sentencias, que vieran que el mundo no se acababa en sus ombligos y que había gente que no tenía nada. Espero que aquellos ‘condenados’ aprendieran la lección y hayan crecido siendo sensatos, sabiendo analizar el grave problema de la inmigración sin demagogia, con realismo y con humanidad.
Y es que, desgraciadamente, hoy, diez años después, sobra demagogia y faltan realismo y humanidad. Unos y otros, y me refiero a los políticos en general, usan la inmigración para arañar votos. ¡Qué le vamos a hacer!