Buenas, soy Emilio Calatayud. Alguna vez ya os he hablado de los ‘buenos-malos’ alumnos. Me explico: hay estudiantes que son muy malos estudiantes, valga la redundancia, pero muy buenas personas. Y para mí, lo principal es ser buena persona.
Os cuento una historia verídica de uno de estos ‘buenos-malos’ alumnos. Examen de septiembre en un instituto de Granada. Bachiller y pongamos que la asignatura era Filosofía. Pongamos que el chico se llama Pepe. Pepe se sienta frente a la cuartilla en blanco y media hora después, la cuartilla sigue en blanco. Preocupada, la maestra, que aprecia al chaval por su bondad y está dispuesta a rebajar el nivel todo lo posible para que apruebe, le anima: «Pepe, por tu madre, escribe algo, por favor»-
El chico sonríe como pidiendo perdón y la cuartilla sigue en blanco,
La maestra insiste: «Pepe, por favor, pon lo que sea…»
Cuando la profesora está a punto de hincarse de rodillas para rogar a Pepe que quite el capuchón al boli y responda algo, lo que sea, Pepe habla: «Maestra, no sé nada, pero no se irrite. Usted ha hecho lo que ha podido. La culpa es mía. Déjeme que le dé un abrazo y un beso».
La maestra acepta el consuelo que le ofrece Pepe.
Pepe no aprobó, pero es una buena persona.