Buenas, soy Emilio Calatayud. A algunos de los chicos a los que tengo que encerrar, especialmente a aquellos a los que veo más irreflexivos (que se comportan como si la cosa no fuera con ellos), tengo que recordarles que son niños. Les digo: «En el centro de internamiento vas a reencontrarte con el niño que eres. Y seguramente llorarás como un niño». Algunos, los menos, siguen en sus trece y no cambian el gesto de indiferencia. Pero la mayoría se dan cuenta que no estoy exagerando.
Por mí experiencia, sé que lloran. Les he escuchado llorar más de una vez cuando se cierran las puertas de las celdas. Es el principio de su reeducación. Hay que recordarles que son niños y, al principio, duele, pero luego lo agradecen.