Buenas, soy Emilio Calatayud. La periodista Eva Millet -autora del libro Hiperpaternidad, que os recomiendo- suele contar el caso de una ‘niña’ universitaria extranjera que se quedó encerrada en un ascensor de un hotel de Barcelona y llamó a sus padres por el móvil para que la ayudasen. Es lo que pasa cuando protegemos en exceso a nuestros hijos, que luego no saben hacer nada. Es decir, que en lugar de protegerlos, los desprotegemos, los lanzamos a la vida sin ninguna herramienta ni habilidad para manejarse.
Bueno, pues el colmo de esta sobreprotección de la que os hablo es cuando, al terminar un juicio en el que hay una medida de internamiento (que es la que se adopta en casos de delitos graves), se presenta un padre o una madre, o los dos a la vez, y le dicen al niño: «Hijo, si se pudiera, pediría que me encerrasen en tu lugar». No son muchos, pero los hay.
Así, los hijos no espabilan nunca.