Buenas, soy Emilio Calatayud. Cuando era menor -y creo que después también- mis padres espiaban mi intimidad, y la de mis hermanos, para que no la liase y yo se lo agradezco. Estoy convencido de que no eran los únicos que lo hacían. Es más, seguro que lo hacían la mayoría de los padres. Te registraban los bolsillos, la cartera del cole y los cajones. Y leían las cartas que mandabas o te mandaban. Incluso te hacían ‘escuchas telefónicas’. En las casas solía haber dos teléfonos fijos, tipo góndola y tal, y mientras tú hablabas por uno, tus padres escuchaban por el otro.¡Qué tiempos! No era una intromisión, era responsabilidad. La ley nos exige que respondamos por las trastadas que hacen nuestros hijos y también que los protejamos, luego tenemos derecho a vigilarlos. Es de cajón. Y más ahora que cualquier menor tiene un móvil con conexión a Internet que puede servir para cometer delitos o para ser víctima de delitos.