Buenas, soy Emilio Calatayud. Estamos en vísperas de la Nochebuena y no es mi intención amargarle las fiestas a nadie. Pero también soy consciente de que hemos convertido esta celebración en un botellón institucionalizado (igual que todas las fiestas patronales, etc). Antes, en Nochebuena nadie salía. Era uno de los pocos reductos que le quedaban a las familias. Ahora es como una Nochevieja Uno. Aquí os dejó el testimonio, sincero y estremecedor, de uno de mis chavales. Lo tengo encerrado en un módulo de salud mental. Delinquió porque estaba desquiciado por las drogas. Y la pena es que eso es para toda la vida. «Empecé con doce años. Primero, los porros; después, la cocaína y el éxtasis… Y me quedé tonto. Solo tengo 16 años».