Buenas, soy Emilio Calatayud. Os resumo unas reflexiones muy interesantes que me transmitieron unos padres. «Nuestro hijo adolescente y rebelde se fue de intercambio a un país extranjero y nosotros nos quedamos en la gloria. Fueron solo ocho o nueve días, pero los disfrutamos al máximo: sin riñas, ni malas contestaciones… Nos quedamos con nuestra hija pequeña y nos sentimos como la familia perfecta. No echamos nada de menos al mayor, la verdad, ¿somos malos padres?».
Pues no, no sois malos padres. Sois personas normales y sinceras. Educar es para toda la vida, pero, de cuando en cuando, viene bien un descanso. Sobre todo, cuando la adolescencia se pone cuesta arriba, que, en mayor o menor medida, es casi siempre. Poner límites es fatigoso. Así que tranquilos. Pensar que un hijo es un pelmazo y desear tenerlo a mil kilómetros durante un tiempo no significa quererlo menos.