Hola, soy Carlos Morán, el compañero de blog de don Emilio. Esta mañana, catorce delincuentes juveniles rehabilitados -la mayoría eran chicas- de San Diego, California, han visitado al juez. Desde el lejano oeste de Estados Unidos, habían oído hablar de un juez español que condenaba a aprender a leer y escribir a niños y adolescentes que habían metido una pata o las dos. Ha sido un encuentro fructífero. Don Emilio ha ejercido de ‘sheriff’ y ha enseñado a la expedición estadounidense la palabra ‘choricillo’.
También les ha explicado que, a diferencia de lo que sucede en EE UU, los jueces españoles no usan mazo, sino una campanilla para ordenar los juicios. «Cuando el ‘choricillo’ o su letrado se pasan una vez, hago que la campanilla suene una vez. Si se pasan más, el tintineo es más largo. Y si se pasan más, les doy con la campanilla en la cabeza. Aquí nosotros no somos tan brutos como en Estados Unidos, venimos de los romanos y no de los sajones, que eran los bárbaros», bromeó don Emilio y los chavales se partían.
Una curiosidad: ninguno de ellos llevaba teléfono móvil. «Es que es una droga y si los tenemos, no hacemos otra cosa que teclear. En San Diego ya hay niños muy chiquitos, de cuatro o cinco años, que son adictos», explicaron los jóvenes. ¿Os suena? Recordad que los estadounidenses van siempre por delante de los demás en lo bueno y en lo malo… Atentos.