Buenas, soy Emilio Calatayud. Me cuenta un amigo que el otro día fue un trabajador a instalarle un aparato en la casa y antes de irse le dijo: «Cuando le llamen para que evalúe mi trabajo, me pone al menos un ocho, por favor, que si no me descuentan diez euros del sueldo». Y es que estamos metidos de lleno en la dictadura de las puntuaciones. Nos han convertido a todos en jueces o peritos del trabajo de los demás. «Si le ha parecido bien la atención recibida, marque la carita con una sonrisa». ¿Qué hacemos los que no queremos juzgar o peritar el trabajo de los demás? A ver, de toda la vida de Dios existen las hojas de reclamaciones si queremos quejarnos de algo. Pero esto de la dictadura de las puntuaciones es atosigante. Esto no es humano. Nos estamos deshumanizando. Vamos a vivir y a dejar vivir, que cada día estamos más tontos.