Buenas, el otro día se suscitó una tertulia en el juzgado sobre los viajes escolares de nuestros hijos. Mis compañeras, todas mujeres y la mayoría madres de preadolescentes y adolescentes, hablaban del papeleo que había que hacer para que los niños pudieran salir al extranjero, porque los viajes escolares suelen ser ya a otros países. Un niño ha visto más mundo con 12 años que nosotros con cincuenta o sesenta. Es normal. Y es bueno que así sea.
Pero el caso es que terminamos hablando de nuestras excursiones de fin de curso, de cuando éramos niños. Pues íbamos a destinos tan exóticos como el Corte Inglés o Galerías Preciados (habrá quien lea este comentario y ni siquiera sepa qué existió Galerías Preciados…) O una fábrica de algo… Se iba y se venía en el día, pero era toda una aventura. Había niños que nunca habían salido de su pueblo y pisar una ciudad por primera vez era como viajar a la Luna. ¡Cómo hemos cambiado!