Buenas, soy Emilio Calatayud. Hace ya unos años me llegó el caso de una madre que iba a parir y necesitaba una transfusión de sangre, pero se negaba a recibirla porque se lo prohibían sus creencias. Entonces le dije que se fuera a dar a luz debajo de un puente o donde la diera la gana, que yo me lavaba las manos y respetaba su libertad. Se quedó en el hospital y aceptó la transfusión.
Recuerdo este incidente al leer que en Nueva York, la capital del mundo civilizado, están sufriendo una epidemia de sarampión ‘gracias’ -es ironía- a los ‘antivacunas’. Cuanto más modernos, más tontos. Para estar a la última, tienes que ir para atrás y renunciar a tratamientos que han salvado millones de vidas. Pues nada, ya puestos que renuncien a la anestesia cuando vayan a operarse y que se nieguen a que les intervenga un cirujano que se haya lavado manos y lleve guantes, porque los gérmenes son criaturas que también merecen vivir… ¿No?