Buenas, soy Emilio Calatayud. Hay veces que una imagen duele más que mil palabras. Es el caso de la tristísima foto que muestra los cadáveres de Valeria, una pequeñina de solo dos años, y su papá, Óscar, que murieron ahogados cuando intentaba cruzar el Río Bravo para entrar en Estados Unidos clandestinamente. Casi a diario, juzgo a africanillos que tuvieron más suerte que Valeria y Óscar, y siento admiración y respeto por su coraje. Y cuando juzgó a un ‘nini’ le recuerdo que hay niños que se juegan la vida, y la pierden, por tener lo que ellos desprecian.
Descansen en paz Valeria y Óscar. Así fue su dramático final. «Óscar Martínez Ramírez tenía 25 años y trabajaba como cocinero en El Salvador. Buscaba un futuro mejor en Estados Unidos, pero después de dos meses sin que los trámites avanzaran se cansó de esperar. Decidió cruzar. Su esposa, Tania Vanessa Ávalos, vio desde la orilla cómo la corriente se llevaba a su familia. El hombre cruzó primero con Valeria y la dejó en la orilla, volvió a meterse en el agua para ayudar a su mujer, pero la niña le siguió y fue arrastrada por la corriente. El padre intentó ayudarla pero a ambos les llevó la corriente del río y se hundieron en el fuerte caudal. Los cadáveres de ambos fueron encontrados horas más tarde».
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