Buenas, soy Emilio Calatayud. La Audiencia de Vigo, y antes un tribunal de Primera Instancia, han dado la razón a un padre que pretendía vacunar a sus dos hijos, pese a que su expareja y madre de los chiquillos se oponía porque consideraba que las vacunas no eran seguras.
La argumentación del tribunal es impecable. «Las reticencia manifestadas por la madre no están avaladas por datos científicos ni objetivos, ya que no se ha acreditado desde el punto de vista médico que las vacunas causen un perjuicio para la salud. Todo lo contrario, porque la mayoría de los estudios científicos sobre esta materia llevan a concluir que los beneficios de las vacunas son innegables individual y poblacionalmente. No se discute el derecho de los progenitores a defender las creencias que estimen oportunas o el sistema de educación y vida de sus hijos, pero siempre que no resulte perjudicial para los mismos».
Vamos, que a ver si algún laboratorio inventa una vacuna de sentido común para administrársela a los padres que no quieren vacunar a sus hijos.