Buenas, soy Emilio Calatayud. Siempre ha sido difícil incentivar a los hijos para que estudien -que me lo pregunten a mí, que llegué a sacar ocho suspensos-, pero actualmente es todavía más difícil. Los niños, que son niños pero no son tontos, están bombardeados a diario por noticias y programas que les prometen el camino más corto para tener la vida resuelta sin necesidad de hincar los codos. ¿Para qué van a estudiar los chavales si pueden hacerse millonarios jugando al Fortnite, apostando, haciendo el ganso en una isla o cotilleando? Es una dura competencia, hay que admitirlo.
Menos mal que existe la enseñanza obligatoria. Si no, los niños se nos harían ‘influencers’ nada más empezar a andar y no pisarían nunca la escuela. Seguro que ya hay algún caso…