Buenas, soy Emilio Calatayud. En 2017, ¡cómo pasa el tiempo!, escribí una modesta carta abierta a nuestros políticos para recordarles que, aunque ya estamos en el siglo XXI, sigo condenando a niños a aprender a leer y escribir. Aquella carta era una invitación para que se pasaran a ver juicios de menores y constataran con sus propios ojos que no exageramos, que hay niños completamente analfabetos en la ESO. Algunos políticos aceptaron el reto y estuvieron viendo juicios. Pero han pasado los años y seguimos igual. Los políticos, a lo suyo, que, de un tiempo a esta parte es convocar elecciones cada dos por tres, mientras sigue habiendo niños y adolescentes que no saben leer ni escribir.
Como estamos cerca de otras elecciones, vuelvo a difundir la carta de 2017 y esperamos que nos ayudéis a compartirla como ya ocurrió aquella primera vez. Muchas gracias. Y a ver si esta vez hay más suerte.
«Buenas, soy Emilio Calatayud. Estimados parlamentarios autonómicos, diputados y senadores (de la Diputación Permanente), legisladores todos: soy juez de Menores desde hace más de treinta años, lo que me convierte en el magistrado más antiguo de España en esta especialidad. Pues bien, llevo más de treinta años condenando a adolescentes a aprender a leer y escribir. Acabo de empezar el nuevo curso judicial y he celebrado los primeros juicios, y como en el Día de la Marmota, he vuelto a encontrarme con chicos de 16 ó 17 años que prácticamente no saben hablar ni leer. Y si saben, no entienden lo que leen ni lo que escriben, porque tampoco saben escribir. Es una pena. Nuestros niños son cada vez más brutos: esa es la triste realidad. En este sentido, quiero formular un ruego: estimados parlamentarios, diputados y senadores, legisladores todos, vengan a mi juzgado (o a los de cualquier otro compañero) para que vean que no exagero. Nosotros, en Granada, solemos celebrar las vistas todos los martes a partir de las 10 de la mañana. Si se deciden a aceptar la invitación, llamen al juzgado con suficiente antelación para que les reservemos un sitio y, por favor, vengan con la mente abierta. Dejen a un lado lo que dicen sus respectivos programas sobre la educación en España. Sean seres humanos y no sólo seres políticos. Escuchen y luego pregunten si lo desean. Vean la realidad que mis compañeros y yo llevamos viendo desde hace décadas. Luego, piensen y legislen. Lleguen a acuerdos duraderos en esta materia.
Si un adolescente acaba la educación obligatoria siendo un analfabeto completo o funcional -que viene a ser lo mismo- tendrá muchas posibilidades de ser explotado laboralmente, engañado o de acabar siendo carne de cañón.
Cuando empecé en Menores, hace ya más de treinta años, un chaval me pidió que le condenara a aprender a leer y a escribir porque eso le serviría para ser libre, verdaderamente libre. Suscribo lo que me dijo aquel niño y reitero la invitación, señorías.
Atentamente, Emilio Calatayud.»
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