El Instituto Español de Resiliencia (resiliencia-ier.es), una organización que promueve el espíritu de lucha y la capacidad de superación ante la adversidad, me ha entregado uno de sus premios anuales. Nada más ver al resto de los galardonados he tenido claro que yo no lo merecía. Al lado del resto de los premiados yo no era nadie. Lo digo con toda sinceridad y con toda mi admiración hacia ellos. Gracias al Instituto Español de Resiliencia por darme la oportunidad de conocer a estas personas.
Estos son los galardonados y sus historias, según el propio Instituto:
Cuando la cantante y actriz Miriam Fernández nació, le diagnosticaron una parálisis cerebral. Con cuatro años consiguió dar su primer paso y ha sido un ejemplo de esfuerzo y superación. Excampeona de natación de España, tiene claro que la actitud es clave para conseguir los objetivos.
El Colectivo Hospital Parapléjicos Toledo ha sido merecedor de este galardón, no solo por tratarse de uno de los hospitales públicos de referencia en España para el tratamiento de lesión medular, sino porque cuenta con un equipo de profesionales que trabaja con una filosofía en la que están muy presentes los conceptos de empoderamiento como potencial de cada persona para alcanzar objetivos y metas por ellas mismas.
Vicente del Bosque es un claro ejemplo de esfuerzo, sacrificio, talento, disciplina y solidaridad. Reconoce que “ser generoso es una de las cualidades fundamentales que tiene que tener un deportista, especialmente en el juego en equipo, de conjunto, ya que la generosidad, tanto en la vida como en el deporte, siempre es rentable”.
Fernando Riaño, actualmente director de RSC, Comunicación y Relaciones Institucionales de Ilunion, ha enfocado su actividad profesional desde la perspectiva de la inclusión de las personas con discapacidad en el ámbito laboral y se ha dedicado a generar conciencia en las empresas a través de fomentar el desarrollo de políticas de Responsabilidad Social Corporativa.
Finalmente, los periodistas Javier Espinosa y Mónica García Prieto reciben el premio Resiliencia y Comunicación por su capacidad de, a pesar de los riesgos, anteponer la tragedia de la guerra a su propia vida, con el único objetivo de levantar una conciencia colectiva sobre los acontecimientos.